jueves, 7 de abril de 2011

Andrea Mantegna


Parnaso.
El destino de este cuadro era el "studiolo" de Isabella d'Este, quien se lo encargó a Mantegna en 1497 junto al triunfo de la virtud. Se titula un poco arbitrariamente el Parnaso, porque se ha querido ver en las muchachas danzantes las nueve musas de las artes. Sin embargo, en los inventarios antiguos figura como una Venus y Marte rodeados por los dioses. Nos inclinamos más hacia esta interpretación, porque de ser el Parnaso, Apolo debería tener un papel más protagonista, llevar su corona de laurel y tendría que aparecer la fuente Castalia que se supone la fuente de la inspiración para todos los creadores. Siendo el Parnaso no se explica la presencia de Mercurio ni Vulcano; así, parece un cuadro laudatorio de los amores adúlteros de Venus, esposa de Vulcano, con el dios de la guerra, Marte. Así se explica el gesto acusador de Vulcano en su cueva del fuego, contestado irónicamente por Cupido. Las jóvenes bailarinas serían, en esta explicación, nueve ninfas que bailan en honor de los amores de los dioses, acompañadas por Apolo a la lira. Mercurio, con el caballo Pegaso, lo observa todo como mensajero que es de los dioses. Como detalle curioso tan sólo queremos indicar la presencia de unas escobas en el ángulo inferior izquierdo, puesto que el espacio de baile, pese a ser campo abierto, se ha limpiado para que los pies descalzos de las ninfas no se hieran ni ensucien.

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