jueves, 7 de abril de 2011

Sandro Boticelli


Adoración del Lama, Epifanía.
En torno a 1475 Botticelli recibe uno de los encargos más interesantes de esta primera etapa; el cliente era un hombre de baja condición social llamado Gaspar del Lama quien había realizado una meteórica carrera ascendente en la Florencia del Quattrocento. Condenado en la década de 1440 por malversación de fondos públicos, unos años después amasó una considerable fortuna gracias a su trabajo como agente y cambista. Para elevar su categoría decidió ingresar en las hermandades de mayor prestigio, llegando a donar una capilla en la iglesia de Santa María Novella para cuya decoración encargó esta obra a Botticelli. El nombre del mecenas - Gaspar - motivó la elección del tema, repitiendo Botticelli una temática que ya había tratado en dos ocasiones previamente. El asunto está tratado con mayor maestría que en los precedentes, especialmente al dotar de cierta unidad dramática al conjunto. Bajo unas ruinas encontramos a la Virgen con el Niño en sus rodillas, recibiendo la adoración de los Magos, vestidos con suntuosos ropajes que aluden a su procedencia oriental. Los tres reyes rodean a la Sagrada Familia, situándose sus cortes en los laterales de la tabla. Entre esas cortes Botticelli ha incluido a su mecenas - el hombre de pelo cano y túnica azul que, desde la derecha, dirige su mirada hacia el espectador - a los miembros de la familia Médici - la figura que se arrodilla ante la Virgen tiene las facciones de Piero de Médici - para mostrar la relación del cliente con este poderoso clan e, incluso, al propio pintor, en la zona de la derecha y también mirando hacia el espectador. La ruinosa construcción permite contemplar en los laterales una ligera referencia al paisaje y algunas construcciones clásicas. El conjunto está sabiamente compuesto, destacando la variedad de posturas y gestos en las figuras así como la delicadeza de sus ropas y el vivo colorido. Al ascender el suelo de manera suave se aprecian todos los personajes, confluyendo nuestras miradas hacia la Sagrada Familia. El carácter escultórico de las figuras se entiende gracias a la estrecha relación de Botticelli con los hermanos Antonio y Piero Pollaiolo, Andrea del Verrocchio o Donatello, sin olvidar su admiración por las estatuas de la Antigüedad clásica que eran descubiertas en aquellos años en toda Italia.

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